La gratitud.

Prov 3:32

Un rey sentado en su trono, vestido de gloria y majestad, todo resplandeciente como el cristal, amoroso más tierno que el algodón, con su sonrisa reluciente más blanca que la leche, amado, honorable, sencillo asequible, tranquilo, manso entre la multitud que se le acerca, todos son sus ovejas, el baja del trono y las apacienta a cada una.

Como el padre que contempla a sus hijos, los ama, los apacienta con palabras de amor con caricias, es toda una escena paternal, romántica, familiar, sin embargo muchos dañan la escena, pues al llegar a él no le corresponden llegan con un corazón abierto a pedir, pedir y pedir, todo es una queja, una necesidad, su actitud es: nada les conforma, aun así el buen pastor sigue buscando entre la multitud pacientemente quien le honra, quien tiene algo por que agradecer, quien entra por sus puertas con acción de gracias, y abre su corazón a él rendido en adoración.

Un escena parecida sucedió en Lucas 17:11- 19 los Diez leprosos necesitados de tanta misericordia y Jesús les manda a los sacerdotes y mientras iban uno le honro pues reconoció a Jesús como el verdadero sacerdote porque se devolvió antes de llegar donde él le mandó pues ya era limpio de su lepra y totalmente sano y se le presentó Glorificando a Dios a gran voz, Jesús reconoce la ingratitud de los 9 al decir: no son 10 los que fueron limpiados? y los 9 donde esta? No hubo quien diese gloria a Dios sino este extranjero.

Que nuestra oración sea: Señor gracias, silencia tus labios en pedir él ya sabe nuestra necesidad y ensancha tus labios en amorío, en adoración, reconócelo, honrarle él es digno intímale, correspondele, dile gracias tengo salud, vida, familia, un empleo, un estudio, estoy en tu presencia, te amo estoy estrenando sus nuevas misericordias esta mañana que día tan hermoso haz creado etc.

“No dañes la escena y entra por sus puertas con acción de gratitud y adoración”

Editado por: Andrea Ocampo para MSJ para el ALMA. (Foto tomada de internet)